La Rosa Negra

jueves, 27 de diciembre de 2012





La rosa negra



De pie frente al escritorio de mi progenitor, la observo a través de las amplias ventanas del estudio caminar hacia el caserón principal. Hoy está siendo un día particularmente duro. Estamos en abril, y a pesar de que aún es primavera, el sol de justicia brilla en el firmamento con la misma intensidad de los calurosos días de agosto.

Como si se percatara de que alguien la contempla, eleva sus ojos azabache hacia arriba, y su mirada se cruza con la mía sin verme. Los gruesos cortinajes me protegen de su escrutinio, mas aún así mi cuerpo no puede evitar estremecerse como un junco zarandeado por el viento, y me aparto con brusquedad de mi improvisada atalaya.

Está ahí plantada, y no parece tener intención de moverse. Yo elevo una oración al cielo para que se marche, pues si alguien la sorprende la castigará con fiereza, y no podré hacer nada para impedirlo. Ya una vez se me partió el alma al escuchar sus gritos mientras la ataban a un árbol y, tras desgarrar la tela de la espalda de su raído vestido de algodón, le propinaron veinte latigazos solo por tratar de conseguir agua para sus pequeños sobrinos.

Por aquel entonces intenté que Johnson, el capataz, fuera despedido, pero mi padre lo consideraba un buen trabajador, y como primogénito y heredero de sus tierras y su fortuna, había decisiones que aún no me correspondían tomar. Así que, ante la mirada triunfal cargada de soberbia de Johnson, mi anhelo de verlo fuera de nuestros dominios se marchitó igual que una margarita silvestre expuesta al glacial aire invernal.

Una mano grande y sudorosa la toma por los hombros y la arrastra lejos de la mansión haciendo aspavientos y señalando en mi dirección, y vuelvo a mirar al cielo. Mis plegarias han sido escuchadas. Tom, otro de los trabajadores, la aparta del peligro y se la lleva a un lugar seguro.
- Jason.
Me giro lentamente. Jacob Evans, una masa corpulenta y de modales toscos, el hombre que me engendró y el amo y señor de los extensos acres de terreno que nos rodean, me llama desde el umbral.
- Padre. 
- Supongo que hoy no saldrás a cabalgar.
Niego con la cabeza.
- Bien – contesta él, complacido –. Así tendré unos ojos que vigilen a tu madre y a tus hermanas. Están tan alborotadas por la fiesta campestre que daremos mañana en el jardín que parecen gallinas presas de la histeria al ver a un gallo en el corral.
Río ante su ocurrencia. La comparación es más que correcta.
- No se saldrán de los límites establecidos, padre – le tranquilizo con una media sonrisa –. Mantener la compostura es una cualidad de suma importancia si se desea encontrar marido. 
- Y teniendo en cuenta que hemos de casar a cuatro muchachas alocadas, que Dios nos ayude.
Jacob entra en el estudio y cierra la puerta. Yo le miro interrogante.
- ¿Va todo bien?
Su rostro ceñudo me lo dice todo. No son buenas noticias.
- Esos desgraciados norteños no quieren ceder y dejarnos en paz. Es muy probable que esta sea la última fiesta que demos antes de que estalle el conflicto. Pero no debemos preocuparnos. Les derrotaremos en unos pocos días.
Mi corazón se acelera dentro de mi pecho. Desde que Abraham Lincoln ganó las elecciones, nuestra sociedad se ve constantemente amenazada por sus reformas y proyectos. No resulta nada ventajoso para un sureño tener un presidente abolicionista.
No obstante, y a pesar de saber que mi mundo se derrumbará cual castillo de naipes si estalla la guerra, me alegraré por ella. Es probable que deba ir a luchar, pero siempre llevaré su imagen grabada a fuego en mi espíritu.


Mi rosa negra. La mujer que me robó la voluntad desde el instante que puse mis ojos en su rostro moreno y angelical. La única persona que me ha hecho examinarme a mí mismo y desear ser alguien diferente.
Me giro de nuevo hacia la ventana entretanto mi progenitor me informa de los planes de los improvisados soldados de nuestro bando y me anima a alistarme. Yo finjo prestar atención, mas mi mente está lejos de allí. Ya no logro divisarla. Está a salvo de los latigazos de Johnson.
Mañana daremos la ansiada fiesta tan esperada por el resto de mi familia. Aprovecharé la oportunidad y acudiré a las cabañas de los esclavos. Ella estará allí, rodeada de familiares y amigos, y me invitarán a quedarme con ellos un rato antes de volver a la fiesta, como han hecho otras veces.
Entonces le confesaré lo que siento, no sea que la muerte llame a mi puerta en el campo de batalla y parta con mis antepasados sin que sepa que adoro cada centímetro de su maravillosa piel negra y lastimada.
Y si Dios me libra de caer bajo el fuego de un rifle disparado por un yanqui, la buscaré y me la llevaré lejos, donde nadie nos menosprecie, y donde pueda demostrarle que un hombre blanco, a pesar de sus grandes e infinitos pecados, también sabe amar.



Nota: La Guerra de Secesión Americana (1861-1864), fue un hecho histórico acontecido entre el norte y el sur de los Estados Unidos durante la presidencia de Abraham Lincoln, y una de las consecuencias de la victoria del norte fue la abolición de la esclavitud, que por aquel entonces era legal en ese país.

Un pequeño regalo de Navidad a mis lectores: "Susurros de Invierno"

lunes, 17 de diciembre de 2012



Hola a todos,


Como os había prometido hace unas semanas, aquí vengo con una sorpresa navideña. Deseaba de todo corazón haceros a todos un pequeño obsequio, y he tenido la oportunidad perfecta para hacerlo gracias a Marie April del Blog "Kiss a Book", que tuvo esta gran idea, y que me invitó a participar en su proyecto. Desde aquí le doy las gracias por haber pensado en mí, y decir que estoy encantadísima de haber podido colaborar.

Pues bien, se trata de una antología de relatos navideños de género romántico titulada "Susurros de Invierno", en la que podréis encontrar más de 30 historias cortas de la mano de varios autores, entre ellos Ana Iturgaiz (Bajo las Estrellas, Vergara), Isabel Keats (El protector, Harlequín), Rita Morrigan (Dulce Camino Espinoso, Vestales), Amber Lake (El Escolta, El maquinista), Gema Samaro (Pasión Bereber, Manderley), nuestra compi Aglaia Callia (que hace poquito auto publicó su obra "En busca de un Hogar" en Amazon) y esta servidora.

La antología de relatos estará disponible a partir del día 21 de diciembre, y podrá descargarse en formato Epub o PDF gratuitamente. Para más información, este es el enlace de Facebook:

http://www.facebook.com/events/120781298086493/

Esta es la portada, recién salidita del horno:

 


Aprovecho también para agradecer a Marie April su minireseña de Ecos del Destino, que sumaré al apartado de reseñas de este blog:



Un abrazo y FELIZ NAVIDAD!!!!


Miranda.

Miles Parker tiene... club de fans!!!

lunes, 10 de diciembre de 2012



Sí, no es broma... 

A raíz de los comentarios de varias lectoras (y en algunas reseñas literarias), esta servidora se dio cuenta de que hay un buen número de personas que tienen a este personaje como favorito.

Esto es algo que me llama mucho la atención, puesto que Miles no es el protagonista de Ecos del Destino, sino un personaje secundario (que vive su propia historia de amor, por supuesto). Se trata del inseparable y mejor amigo del prota masculino, Julian Haygarth, cuya personalidad alegre, vivaz, y hasta cínica a veces, le da un toque de humor a una historia con momentos a veces realmente tristes y duros.

Veamos algunas de sus "frases célebres":

- Mi madre estaría tan contenta como un patito chapoteando en un estanque privado.

- Tu almohada está rellena con plumas, lord Rockingham, no con libras esterlinas. Así que déjala tranquila y escucha a tu mejor amigo. ¿Es que quieres que tu progenitor se te aparezca en sueños y te persiga con un hacha por perder semejante oportunidad?

- Prefiero que no tengas lazos con esa familia. Y no por tu florecilla, que conste. Me parece una mujer adorable. Pero no le ayuda mucho estar emparentada con la hija de satán.

- No, querida. Voy a prenderte fuego.

Este es Miles Parker, vizconde de Huntercombe, amigo del protagonista. Un sinvergüenza nato, un amante y admirador del sexo opuesto y un descarado de tomo y lomo. ¿Por qué a las mujeres siempre nos pierden los granujas?
¿Será la genética?

Pues bien, Miles os invita a tod@s (también hombres, por supuesto) a su página de Facebook para que os unáis a su secta y lo averigüéis todo sobre él. Ya tenemos unos cuantos adeptos:



Yo, como mamá orgullosa, ya me he inscrito. Y para terminar, os dejo con su declaración al amor de su vida, Ada Smith:

"Te quiero, Ada. Te quiero de una manera posesiva y enfermiza. Jamás imaginé que mi felicidad podría depender tanto de una persona, y el estar lejos de ti ha sido como vivir exiliado en un condenado desierto sin una sola gota de agua.
Sé que no valgo ni la mitad de lo que realmente mereces, pero me contentaría con ser tu esclavo de por vida si con eso me permites formar parte de tu mundo. Cásate conmigo, amada mía, y te juro que te dejaré ganar en todas las peleas". 

En la próxima entrada también habrá otra sorpresita, aunque esta será más "literaria". 


Besos y abrazos,


Miranda.


Romance histórico - Romance de Regencia. ¿Términos intercambiables?

lunes, 3 de diciembre de 2012



Hola a todos,

Hoy venimos con una entrada un poco más didáctica que de costumbre. A raíz de algunos comentarios, artículos, reseñas y demás que he tenido el placer de leer sobre varias novelas ambientadas en la Inglaterra del siglo XIX, me he dado cuenta de que la mayoría de las ocasiones a las novelas románticas cuyo escenario es mi bien amado periodo decimonónico se les llama "novelas de regencia", independientemente de en qué década se sitúa el argumento.
Ahora, como bien reza el título de este artículo: ¿Son intercambiables, o es lo mismo decir "novela ambientada en el siglo XIX" que "novela de regencia"?



Para responder a esa pregunta, primeramente hemos de aclarar qué significa eso de "regencia" (aquí es donde introducimos la pedante y cansina lección de historia propagada por San Google, y de la que he hecho mi propia versión):


La Regencia es un periodo de la historia de Inglaterra muy específico que abarca aproximadamente los primeros veinte años del siglo XIX (1800 - 1820). Durante esta época el rey George III (abuelo de la reina Victoria), se hallaba gravemente enfermo, y su hijo William (que más tarde sería William IV), gobernó en su lugar como príncipe regente (sin el consentimiento de George) mientras su padre se recuperaba en el castillo de Windsor, entre 1811 y 1820.
George, aquejado de locura (posiblemente a causa de la muerte de una de sus hijas, Amelia), jamás se recuperó, y finalmente murió a los 81 años de edad el 29 de enero de 1820, traspasando el poder, el trono y la corona a William.


Este es el trasfondo histórico que da nombre a este periodo tan amado por muchos. Son varios los autores famosos que vivieron en esta época (Jane Austen, Anne Radcliffe, lord Byron, Edgar Allan Poe...). Aunque la regencia de William solo abarca en realidad nueve años, se ha tomado la palabra "regencia" para referirse en términos generales a la moda, costumbres, arquitectura, literatura, etc, que se llevaba por aquel entonces. 
Por ejemplo, el "estilo de regencia" en arquitectura, es en realidad arquitectura georgiana. Veamos una imagen de un edificio Georgiano:

El famoso "Royal Crescent", monumento arquitectónico de la ciudad de Bath, Inglaterra



En cuanto a la moda (mencionaremos a los trajes femeninos, que son los que más cambios sufrieron a lo largo del siglo XIX), lo que vestían las mujeres era el traje de corte imperio. Veamos una imagen:

Darcy y Elisabeth, protagonistas de Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen


Ahora, hablemos de las décadas restantes del siglo XIX. Si a todo el siglo XIX no se le puede llamar "regencia", entonces, ¿cómo lo nombraremos?
Ahí es donde entra en escena uno de mis personajes históricos predilectos: la reina Victoria Alejandrina, soberana del Reino Unido entre 1837 y 1901 (el reinado más extenso de la historia de este país). A este largo periodo de 64 años, se le conoce generalmente como "época victoriana" (para más información, véase este enlace a la página de Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89poca_victoriana ). 
Pero... ¿hay alguna diferencia entre la era victoriana y la Regencia?
Unas cuantas, mas nombraré solo algunas.

Sociedad. Regencia: agraria. E. Victoriana: industrial.

Moda. Regencia: corte imperio. E. Victoriana: Romántica, Crinolina, Polisón, y Eduardiana (aunque esta última pertenece más bien al periodo del reinado del rey Edward, a inicios del siglo XX).

Arquitectura. Regencia: Georgiana (la imperante). E. Victoriana: victoriana.


Veamos algunas imágenes de vestidos victorianos:


Estilo "crinolina". Aprox. entre 1850-1865



Estilo "polisón" (mi favorito por la complejidad del atuendo), Aprox. entre 1870-1890.



Estilo "eduardiano", también conocido por algunos como "moda Titanic". Inicios del siglo XX.


Ahora veamos una fotografía de un edificio de arquitectura victoriana:


Yo quiero una casa así!


Ya ven, mis queridos amigos, son varias las diferencias entre una época y otra. ¿Podríamos entonces ubicar sin temor cualquier novela romántica ambientada en el siglo XIX en la Regencia?
Históricamente, es un error hacerlo. Si el libro que tienes en tus manos está ambientado en una década posterior a 1837, entonces tú no estás leyendo una novela de regencia, sino una novela victoriana. No se trata de ser quisquilloso y buscarle las tres patas al gato, pero el ubicar una novela romántica en un periodo histórico equivocado le dará al lector una imagen del mundo de los personajes (y sus costumbres) totalmente diferente a la imagen que el autor deseaba transmitir. 

Hasta aquí llega mi pequeño grano de arena instructivo. Espero que haya sido de vuestro agrado, y os haya ayudado a comprender un poquito más una época en la que a muchos nos encantaría haber nacido.


Antes de despedirme, deciros que estéis atentos a la próxima entrada. Os tengo reservada una pequeña sorpresa.


Abrazos,


Miranda.

 
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